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Infarto en mujeres: prevención, síntomas y salud hormonal

El infarto en mujeres no solo es una realidad silenciada, sino también profundamente condicionada por nuestros ritmos hormonales. A partir de los 40, nuestra salud cardiovascular empieza a cambiar y muchas veces lo hace sin avisar. Comprender la conexión entre hormonas, síntomas y prevención es clave para transformar este escenario que aún hoy se cobra demasiadas vidas femeninas.

El corazón femenino: una prioridad urgente y olvidada

Cuando pensamos en salud hormonal femenina, solemos imaginar los ovarios, la tiroides o incluso la piel. Pero hay un órgano vital que ha estado demasiado tiempo fuera del radar de la salud femenina: el corazón. Y no me refiero solo al músculo que late incansablemente, sino al corazón como símbolo y como realidad física, profundamente influenciado por nuestras hormonas, nuestras emociones y nuestras decisiones diarias.

Hoy quiero hablarte desde un lugar muy especial. Un lugar donde la ciencia se encuentra con la experiencia, y donde la información puede convertirse en prevención y en vida. En este artículo te comparto todo lo que aprendí conversando con la Dra. Leticia Fernández Friegas, cardióloga, investigadora y una de las grandes referentes en salud cardiovascular femenina.

Porque sí: somos mujeres, y eso importa. Nuestros corazones no se enferman igual que los de los hombres, no se manifiestan igual, no se protegen igual… y sobre todo, no se cuidan igual. Y esto, queridas, tiene consecuencias.

La gran invisibilizada: el infarto en mujeres

Lo primero que me impactó al hablar con la Doctora Leticia fue un dato que, sinceramente, me erizó la piel: la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en mujeres a partir de los 40 años. Y entre estas enfermedades, el infarto en mujeres es el gran olvidado. No el cáncer de mama. No otras patologías que sí ocupan titulares y campañas de concienciación. El corazón. Nuestro corazón.

¿Y sabes qué es lo más duro de todo esto? Que en un 80% de los casos, estos infartos, ictus y otros eventos cardiovasculares se podrían prevenir. Sí, prevenir. Pero para eso necesitamos información, conciencia, acción y, sobre todo, un cambio de narrativa.

De la medicina del bikini al movimiento ‘Corazón de Mujer’

Durante décadas, la llamada “medicina del bikini” ha reducido la atención médica de las mujeres a las zonas cubiertas por un bikini: mamas y aparato reproductor. Bajo esta visión, se asumía que todo lo demás funcionaba igual que en el cuerpo masculino, invisibilizando la especificidad femenina en múltiples sistemas, entre ellos, el cardiovascular. Este enfoque limitado ha contribuido a que se desconozcan los síntomas particulares del infarto en mujeres, y a que su diagnóstico llegue tarde, cuando ya es urgente actuar.

Durante mucho tiempo, la medicina ha tenido un sesgo masculino. Se ha hablado del «síntoma clásico» del infarto (dolor fuerte en el pecho, irradiado al brazo izquierdo) como si fuera universal, cuando en realidad muchas mujeres experimentan síntomas distintos: ahogo, fatiga, náuseas, ansiedad, insomnio, palpitaciones. Y aún así, muchas no consultan. Porque no se sienten vulnerables. Porque cuidan a todos… menos a ellas mismas.

El infarto en mujeres se manifiesta de forma más silenciosa y menos reconocida, lo que retrasa el diagnóstico y complica el tratamiento. La Doctora Leticia lo tiene clarísimo: no hay más tiempo que perder. Su vocación nació en Boston, al lado de mujeres pioneras como la doctora Marisa Guth y en Nueva York con el Dr. Valentín Fuster. Hoy, desde España, lidera iniciativas como el programa MAM (Mujer, Alma, Mente) y el movimiento ‘Corazón de Mujer’, para cambiar esta historia de invisibilidad por una de empoderamiento.

Corazón y hormonas: una relación íntima y poderosa

Durante nuestra vida fértil, los estrógenos han sido una especie de aliadas silenciosas del corazón. Tienen efectos vasodilatadores, antiinflamatorios y antioxidantes, y ayudan a mantener el colesterol bajo control. Pero a medida que se acercan la perimenopausia y la menopausia, esta protección natural disminuye. Lo que muchas mujeres desconocen es que ese descenso hormonal progresivo puede favorecer la hipertensión, el aumento del colesterol LDL (el «malo»), la resistencia a la insulina, y un cambio en la distribución de la grasa corporal hacia la zona abdominal —un patrón vinculado con mayor riesgo cardiovascular.

Además, con la caída de los niveles hormonales, también se altera el tono vascular, disminuye la producción de óxido nítrico (clave para mantener las arterias flexibles) y se incrementa la inflamación sistémica. Todo esto configura un entorno más vulnerable para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Por eso, el climaterio no es solo una transición ginecológica: es también un punto de inflexión para el corazón. Necesitamos dejar de tratarlo como un proceso exclusivamente reproductivo y entender que es una etapa crítica para la prevención.

Ictus, infarto, angina: entender lo que nos puede pasar

La Doctora Leticia me ayudó a distinguir claramente entre los diferentes tipos de eventos cardiovasculares. Porque muchas veces hablamos de todo como si fuera lo mismo, y no lo es. 

  • El infarto en mujeres es la obstrucción total de una arteria que irriga el corazón, lo que genera necrosis en el tejido. 
  • La angina es una obstrucción parcial que genera dolor, sobre todo con el esfuerzo físico. 
  • El ictus, en cambio, afecta al cerebro y puede ser isquémico o hemorrágico.

En las mujeres, estos cuadros muchas veces se manifiestan de forma atípica o se confunden con otras afecciones. En lugar del clásico dolor torácico intenso, puede haber fatiga inexplicable, disnea, sudoración fría, ansiedad o malestar en cuello, mandíbula o espalda. En algunos casos, las mujeres no sienten dolor en el pecho en absoluto. Este patrón «silencioso» contribuye a que los infartos en mujeres sean diagnosticados más tarde, con más complicaciones y mayor mortalidad. Comprender y divulgar estas diferencias salva vidas.

¿Y si el problema empieza antes? El embarazo y el posparto también importan

La salud cardiovascular de una mujer empieza mucho antes de la menopausia. De hecho, ciertas complicaciones del embarazo son verdaderas señales de alerta precoz. Preeclampsia, diabetes gestacional, parto prematuro o una ganancia excesiva de peso pueden dejar una huella metabólica que aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas en años posteriores.

Además, estudios recientes muestran que mujeres que atraviesan embarazos múltiples, especialmente con partos prematuros o con bajo peso fetal, pueden desarrollar con mayor frecuencia hipertensión crónica o disfunción endotelial. En el posparto inmediato, los bruscos cambios hormonales también pueden descompensar cuadros de hipertensión o acelerar procesos inflamatorios no detectados. Es fundamental que estos eventos formen parte del historial clínico de la mujer y activen una vigilancia más estrecha, incluso si no hay síntomas evidentes en ese momento.

Por eso la Doctora Leticia trabaja en red con ginecólogas y médicas de atención primaria. Porque la prevención no empieza en la consulta de cardiología. Empieza en los controles rutinarios. En escuchar al cuerpo. En preguntar. En no restarle importancia a nada.

Y la anticoncepción, ¿qué papel juega?

El uso de anticonceptivos hormonales, especialmente los que contienen estrógenos, puede influir en la salud cardiovascular, dependiendo del perfil de riesgo de cada mujer. El aumento del riesgo de trombosis venosa profunda o de eventos embólicos como el tromboembolismo pulmonar es especialmente relevante en mujeres fumadoras o con predisposición genética (trombofilias, antecedentes familiares de infarto precoz, etc.).

Existen estudios específicos —como los de trombofilias— que pueden ayudar a evaluar tu riesgo individual antes de tomar una decisión. Porque aquí no se trata de alarmar, sino de personalizar y prevenir. De hacer las cosas bien, a tiempo.

Además, si una mujer presenta hipertensión, migrañas con aura o ya tiene una historia de alteraciones metabólicas, la indicación de anticonceptivos hormonales combinados debe revisarse con precaución. La elección del método anticonceptivo debe basarse en una evaluación integral: edad, estilo de vida, salud hormonal, salud cardiovascular, y objetivos reproductivos. Acompañamiento médico especializado y actualizado es imprescindible para tomar decisiones informadas y seguras.

Por eso, si vas a usarla, es fundamental hacerlo con acompañamiento médico, y nunca combinada con tabaco.

Revisiones que salvan vidas: ¿qué deberíamos mirarnos?

El 80% de los infartos e ictus en mujeres pueden prevenirse. Pero para eso, hay que mirar donde muchas veces no se mira. 

Una mujer sana, sin antecedentes, debería hacerse una revisión cardiovascular completa alrededor de los 40-45 años. Pero si hay factores de riesgo (familiares con infartos, colesterol alto, diabetes, sobrepeso, sedentarismo, tabaquismo, etc.), mejor antes.

Las pruebas básicas recomendadas por la Doctora Leticia son:

  • Electrocardiograma en reposo
  • Ecocardiograma Doppler
  • Ecografía de arterias carótidas para valorar el grosor íntima-media
  • Pruebas de esfuerzo en mujeres activas o con sintomatología
  • Analítica con perfil lipídico, glucosa, insulina, proteína C reactiva ultrasensible (marcador de inflamación)
  • Estudios genéticos o de trombofilias si hay historia familiar

Una historia obstétrica detallada, uso de anticonceptivos, síntomas sutiles (como palpitaciones o fatiga), nivel de estrés crónico, calidad del sueño y hábitos de autocuidado también deben formar parte de esta revisión. Porque la salud cardiovascular femenina es compleja, interconectada y profundamente influida por nuestras biografías corporales.

5 hábitos clave para cuidar el corazón femenino

Aquí te comparto los cinco hábitos fundamentales que nos deja la Doctora Leticia, y que pueden cambiarlo todo:

  1. Alimentación sin sal y sin bebidas azucaradas. Menos sal = menos tensión arterial. Menos azúcar = menos inflamación.
  2. Movimiento regular. Al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada o intensa. Y combinar cardio con fuerza y flexibilidad.
  3. Nada de tóxicos. Ni tabaco, ni alcohol. Tus arterias te lo agradecerán.
  4. Gestión del estrés. No se trata sólo de meditar. Se trata de parar, revisar tus prioridades, darte espacio.
  5. Chequeos periódicos. Una revisión bien hecha puede darte 30 años más de salud. Literalmente. Y puede prevenir el temido infarto en mujeres.

Conclusión: pon el corazón en el centro de tu autocuidado

Después de esta conversación con la Doctora Leticia, siento que no hay vuelta atrás. No puedo —ni quiero— seguir hablando de salud hormonal, de autocuidado, de longevidad o de bienestar sin incluir al corazón en la ecuación.

Nuestro corazón merece atención. No por miedo, sino por amor. Porque queremos vivir muchos años, sí, pero sobre todo, queremos vivirlos bien.

Así que si estás leyendo esto y sientes que algo ha resonado contigo, hazte el favor de escucharlo. Agenda ese chequeo. Cuida tu alimentación. Sal a caminar. Apaga el cigarro. Duerme más. Y sobre todo, pon tu corazón —literal y simbólicamente— en el centro de tu vida.

Porque ahí es donde siempre debió estar ❤️

Preguntas frecuentes

¿Cómo te avisa el cuerpo antes de tener un infarto?

El cuerpo suele emitir señales, aunque en mujeres pueden ser sutiles o atípicas. No siempre hay un dolor fuerte en el pecho como el “clásico” que se nos ha enseñado. En cambio, muchas mujeres experimentan:

  • Fatiga repentina y fuera de lo común
  • Sensación de falta de aire (disnea), incluso en reposo
  • Dolor difuso en cuello, mandíbula, espalda o parte superior del abdomen
  • Náuseas, sudor frío o mareos
  • Palpitaciones o sensación de “latido raro”
  • Ansiedad o insomnio injustificados

Estas señales pueden aparecer días o incluso semanas antes del evento. El gran problema es que se suelen minimizar o confundir con estrés, cansancio o síntomas digestivos. Escuchar el cuerpo —y tomarse en serio lo que siente— es clave.

¿Cómo es el comienzo de un infarto?

En mujeres, el inicio de un infarto puede ser más progresivo y menos dramático que en hombres. Muchas veces comienza con una sensación de:

  • Malestar general o presión en el pecho (más que dolor)
  • Ahogo leve que va aumentando, sobre todo al moverse
  • Cansancio intenso sin motivo aparente
  • Dolor que no es punzante, sino más bien como una opresión o quemazón

El comienzo puede ser silencioso, especialmente si hay antecedentes de hipertensión, colesterol elevado, estrés crónico o si la mujer está en climaterio. Por eso es tan importante conocer tu propio patrón de bienestar, para notar cuando algo cambia.

¿Qué son los pre-infartos?

El “pre-infarto” no es un término médico oficial, pero suele usarse para describir un episodio donde hay un problema en las arterias coronarias, sin llegar a producirse una necrosis (muerte) del tejido cardíaco. Suele implicar una obstrucción parcial y transitoria del flujo sanguíneo al corazón.

Clínicamente, puede manifestarse como una angina inestable:

  • Dolor en el pecho o disconfort que aparece en reposo
  • Duración mayor de lo habitual
  • No cede fácilmente con reposo o medicación

Es una señal de alerta máxima, porque muchas veces el infarto se desencadena poco después si no se actúa. Es el momento ideal para intervenir y prevenir consecuencias mayores.

¿Qué es un amago de infarto?

El “amago de infarto” es otro término popular (aunque no clínico), que suele referirse a lo mismo que un “pre-infarto” o a una angina de pecho severa. Es decir, hay un evento transitorio donde el corazón no recibe suficiente oxígeno, pero sin llegar a una lesión permanente en el músculo cardíaco.

Lo importante es que tanto el pre-infarto como el amago no son menos graves por no haber causado daño todavía: son una oportunidad para prevenir un infarto completo. El cuerpo ya está avisando, y hay que actuar con rapidez: consulta médica, pruebas cardíacas y un plan de tratamiento individualizado.

Sobre la Dra. Leticia Fernández Friegas

Socia fundadora de ATRIA Clinic y directora del Servicio de Cardiología de HM Hospitales (CIEC), también lidera la Unidad de Imagen Cardiaca y la Unidad de Cardiología de la Mujer en el grupo HM. Es directora científica del Servicio de Cardiología y creadora del programa MAAM en Atria Clinic, además de impulsar el movimiento “Corazón de Mujer”.

Es licenciada en Medicina por la Universidad de Oviedo (1997), especialista en Cardiología por el Hospital Marqués de Valdecilla (2003) y Doctora Cum Laude por la Universidad de Cantabria. Su formación internacional incluye estancias en Harvard Medical School (Boston) y el Hospital Mount Sinai (Nueva York), bajo la dirección del Dr. Valentín Fuster.

Está acreditada por la Sociedad Europea de Cardiología con el Nivel III en Cardio-RM (2018) y TAC cardíaco (2020). Tiene más de 100 publicaciones científicas, 10 becas competitivas y un índice H de 29. Su trabajo investigativo se centra en la aterosclerosis, la imagen cardíaca y la enfermedad cardiovascular en mujeres.

En docencia, es profesora en la Universidad CEU-San Pablo y directora de cursos especializados en imagen cardíaca. Ha formado a más de 60 médicos nacionales e internacionales y es autora de múltiples capítulos de libros, además de coeditar “La Salud de tu corazón” y el “Manual de Imagen Cardiovascular”.

En el ámbito de la salud femenina, ha liderado la campaña “Mujeres por el corazón” (más de 500.000 chequeos realizados), participa en comités nacionales y ha sido investigadora principal en el proyecto WAKE UP (Instituto de Salud Carlos III). Su trabajo ha sido reconocido tanto a nivel nacional como internacional por su impacto clínico, docente y divulgativo.

LinkedIN: 

Leticia Fernández-Friera

Atria Clinic

Instagram: atriaclinic

marta leon

Sobre la Autora:
Marta León

Mi historia comienza en una granja en el Mediterráneo. He escrito 3 libros sobre salud hormonal femenina y llevo más de una década acompañando a mujeres a cuidar sus hormonas desde la alimentación y los cambios de estilo de vida. 

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