¿Qué agua es mejor para beber para la salud hormonal?
A veces damos por hecho que beber agua es algo simple: abrimos una botella o un grifo y ya está. Pero lo cierto es que, si tienes dolores menstruales intensos, acné hormonal que no se va con nada o un ciclo menstrual caótico, el problema puede estar justo en eso que haces ocho veces al día sin darte cuenta: beber agua, en los últimos meses me he obsesionado con un tema que parece inocente, pero que no lo es: el agua que bebemos.
Porque lo que llamamos “agua pura de manantial” puede esconder compuestos que tu cuerpo jamás debería procesar. Y eso tiene un impacto directo en tu salud hormonal.
En este artículo quiero compartir contigo lo que he aprendido después de investigar durante años:
- por qué la calidad del agua es tan importante para tu bienestar
- qué tóxicos pueden esconderse en lo que bebes
- cómo eliminarlos de forma sencilla y accesible
- cuál es la opción que yo misma utilizo en casa
¿Por qué el agua que bebes importa tanto para tu salud?
En el colegio me enseñaron que el agua era incolora, inodora e insípida. Y sí, eso es lo que debería ser en teoría. Pero con los años descubrí que la clave no está en el agua en sí, sino en lo que la acompaña y no aparece en ninguna etiqueta.
Hoy sabemos que el agua puede contener microplásticos y nanoplásticos, partículas diminutas que se comportan como disruptores endocrinos. ¿Qué significa esto? Que interfieren con el sistema hormonal, alterando funciones esenciales del organismo.
Cuando pienso en ello, me vienen a la mente tantas pacientes con síntomas recurrentes: reglas muy abundantes, miomas, endometriosis, SOP, acné persistente… Y no, no siempre se trata solo de alimentación o de genética. Muchas veces, lo que parece un detalle insignificante —el agua que bebes cada día— puede estar saboteando tu equilibrio hormonal desde dentro.
Para que te hagas una idea, un estudio reciente de la Universidad de Columbia y Rutgers reveló que el agua embotellada puede contener entre 110.000 y 370.000 partículas de plástico por litro. ¡Casi medio millón de partículas en una sola botella de un litro! Antes pensábamos que eran unas 300. Imagínate el impacto real de estos números en tu cuerpo.
Y claro, nuestro organismo intenta eliminarlos como puede. Pero si a diario lo sobrecargamos con tóxicos invisibles, el sistema hormonal termina pagando el precio.
Agua del grifo, embotellada o filtrada: ¿cuál elegir?
Cuando empecé a investigar sobre este tema, lo primero que me encontré fueron opiniones contradictorias: que si el agua embotellada es más pura, que si el grifo es más segura porque está controlada, que si lo mejor es la del manantial… La realidad es que ninguna opción es perfecta, y cada una tiene matices que vale la pena entender.
Agua embotellada: la peor opción para tus hormonas
Sé que puede sonar drástico, pero el agua embotellada es la opción menos recomendable si quieres cuidar tu salud hormonal. Y aquí no hablo solo de las partículas de plástico que ya te mencioné, sino de todo lo que hay detrás de la industria.
Evidentemente, no es lo mismo comprar una botella en el aeropuerto un día puntual que beber agua embotellada a diario, es decir, que toda el agua que entra en tu cuerpo haya estado envasada en plástico. Ahí es cuando los riesgos se multiplican.
De hecho, según la OCU, en mayo de 2024 el 41% de las personas en España consumió agua mineral embotellada. Y no es casualidad: en los últimos 50 años, el agua envasada ha sido el producto del sector de alimentación que más ha crecido.
Beber agua de manantial puede sonar a la opción más segura, y lo sería… si tuviéramos el manantial al lado de casa. Te pongo un ejemplo personal: en el pueblo donde nació mi padre, todos los vecinos van a la fuente a recoger agua. Es deliciosa, rica en minerales y sin tóxicos. Además, se ha analizado y la calidad es excelente. Lo curioso es que, aunque cada casa tiene agua corriente, la tradición de ir a la fuente sigue viva. Allí, el agua apenas pasa unas horas en garrafas antes de consumirse.
Ahora compáralo con una botella de supermercado. Puede haber pasado semanas o meses almacenada, en condiciones de calor o exposición al sol, antes de llegar a tu mesa. Y es en ese tiempo donde el plástico libera microplásticos, nanoplásticos y hasta micro-nanoplásticos, que son tan diminutos que pueden penetrar en nuestras células. ¿Has pensado alguna vez dónde estuvo esa botella antes de que tú la compraras?
Con el calor, la liberación de estos compuestos puede multiplicarse por diez. Imagínate un camión de reparto en pleno agosto en Jaén, con las garrafas al sol durante horas… O esa botella que dejaste olvidada en el coche y ahora está caliente. Yo no te recomendaría beberla, ni siquiera dársela a las plantas.
A todo esto hay que sumar el impacto ambiental: en 2023 el nutricionista Juan Revenga recordaba en El País que el agua embotellada tiene un impacto medioambiental 3.500 veces mayor que beber agua del grifo. Genera millones de toneladas de plástico que no se reciclan y, lo peor, no es ni más sana ni más segura.
Y por si fuera poco, la industria del agua embotellada está dominada por gigantes como Nestlé o Coca-Cola, que invierten millones en publicidad para convencernos de que su producto es mejor. Sin embargo, en muchos casos no es ni siquiera agua de manantial, sino agua del grifo tratada y filtrada.
Recuerdo la primera vez que viajé a Colombia en 2017. Allí me costó encontrar agua mineral real, y cuando la encontraba era hasta cinco veces más cara que el agua potable tratada. Pensé en el gasto que supondría para una familia de clase trabajadora. Y no es solo un tema de allí: en 2024 Nestlé fue multada en Francia con dos millones de euros por vender como “agua mineral natural” lo que en realidad era agua potable filtrada con radiación y carbón.
¿En serio hemos estado pagando cien veces más por agua de grifo en una botella de plástico? Pues sí, amiga. Y lo peor es que muchas veces ese “agua premium” no solo no es mejor, sino que puede estar jugando en contra de tu salud hormonal.
Agua del grifo: pros y contras
El agua del grifo es, sin duda, la opción más práctica y accesible. En la mayoría de ciudades de Europa, especialmente en el hemisferio norte, el agua corriente es segura para el consumo porque pasa por estrictos procesos de potabilización y control de calidad. Puedes abrir el grifo de cualquier casa o fuente pública y beber sin miedo a bacterias.
Pero que sea potable no significa que sea 100% saludable. Aquí es donde aparecen los matices importantes.
Para empezar, el agua viaja muchos kilómetros por tuberías que no siempre están en las mejores condiciones. Yo, por ejemplo, vivo en un edificio construido en el año 1900. ¿Te imaginas el estado de esas tuberías? Pero no creas que los edificios nuevos se salvan: en muchos casos las tuberías modernas están hechas con materiales que también se comportan como disruptores endocrinos.
Otro punto clave es que la calidad depende mucho de la zona donde vivas. En algunos lugares el agua es más dura, en otros contiene más nitratos (procedentes, por ejemplo, de granjas intensivas), y en otras zonas puede haber restos de compuestos químicos como los trihalometanos. Estos aparecen en el proceso de desinfección, cuando se usa cloro para asegurar la potabilidad.
Y aquí viene lo serio: estudios publicados por IS Global han demostrado que los trihalometanos, especialmente los bromados, están asociados con un mayor riesgo de cáncer de próstata. Es decir, aunque el agua cumpla con los parámetros legales, eso no significa que esté libre de sustancias dañinas para tu salud a largo plazo.
¿Quién no ha notado alguna vez un sabor raro al beber del grifo, como a lejía o metálico? Esa sensación es la prueba de que algo más acompaña al agua. Y aunque a simple vista se vea cristalina, puede contener trazas de metales, pesticidas o incluso microplásticos que provienen de las propias tuberías.
Por eso, aunque beber agua del grifo es una opción ecológica y mucho más sostenible que la embotellada, no todas las aguas de grifo son iguales. No es lo mismo vivir en Asturias que en Aragón, en Cataluña o en Castilla y León. La composición mineral, el tipo de rocas de la zona e incluso la cercanía a fuentes de contaminación marcan la diferencia.
En mi experiencia, lo más recomendable es conocer la calidad del agua de tu zona. Puedes pedir un informe a tu ayuntamiento o, si quieres ir más allá, recoger una muestra y llevarla a un laboratorio para analizar tanto minerales (como calcio, magnesio o sodio) como tóxicos (nitritos, trihalometanos, metales pesados e incluso bisfenol A).
Y si no quieres complicarte tanto, siempre tienes otra opción: filtrar el agua del grifo en casa. Para mí, esta es la forma más sencilla y efectiva de asegurarte de que el agua que bebes cada día no solo sea potable, sino realmente saludable para tu cuerpo y tus hormonas.
Agua filtrada: la mejor opción para la salud hormonal
Porque no negaremos que el agua embotellada sabe mejor. Y sí, sabe mejor, pero también tiene una mineralización más débil. Y sin minerales, nuestro cuerpo retiene más líquido y funciona peor.
Los minerales son esenciales para nuestro bienestar. Y déjame que me detenga un momento aquí: ¿alguna vez has leído eso de “mineralización débil”? Bueno, pues a partir de ahora huye despavorida cada vez que lo veas. Un agua con baja mineralización puede parecer más ligera, pero en realidad no aporta lo que tu cuerpo necesita para funcionar bien.
El agua del grifo filtrada, en cambio, es muchísimo más segura que el agua embotellada para tu salud hormonal. Pero ojo, dije filtrada. Y aquí está la clave: elegir el filtro adecuado para tu caso.
Filtros de carbón activo
Son una opción bastante accesible y muy efectiva para eliminar contaminantes orgánicos, cloro y mejorar el sabor del agua. Esta es la que tengo yo en casa con mi jarra de Alkanatur (código descuento: MARTALEON). Si me sigues en Instagram, seguro que ya me has visto más de una vez con ella.
Me gusta porque es práctica: la puedes usar si vives de alquiler, llevarte de viaje al pueblo o a la casa de la playa, y así siempre tienes agua de calidad a mano.
Además, Alkanatur (código descuento: MARTALEON) también tiene filtros de ducha, súper fáciles de instalar y quitar. Y esto es importante, porque si notas que tu cabello ya no queda con el mismo brillo o soltura que antes, puede estar relacionado con el agua que usas para lavarlo.
Y hablando del cabello…
Si cada vez que te lavas la cabeza te asustas de la cantidad de pelo que se te cae, tengo algo que te va a interesar. Porque así como el agua que bebes afecta directamente a tu equilibrio hormonal, tu cabello es el reflejo más visible de cómo están tus hormonas por dentro.
Por eso he creado “Cuida tus hormonas para tener pelazo”, mi curso online donde más de 400 mujeres ya han descubierto cómo conseguir un cabello fuerte y sano, equilibrando sus hormonas desde la alimentación.
Porque no importa lo caros que sean los productos que compres para tu melena si no entiendes qué está pasando en tu cuerpo para darle exactamente lo que necesita.
Ósmosis inversa
Quizás tengas en casa uno de esos aparatos con un grifito incorporado. La ósmosis inversa es un sistema muy completo que elimina prácticamente todos los contaminantes del agua.
El inconveniente es que también elimina los minerales que necesitamos, como el magnesio, el sodio o el potasio. Por eso, si usas ósmosis, necesitas remineralizar el agua: puedes hacerlo añadiendo un chorrito de agua de mar o polvos alcalinos (código descuento: FOODGREENMOOD10).
Otro punto a tener en cuenta es el gasto de agua que generan algunos modelos, lo que los hace menos sostenibles.
Filtros de zeolita y nuevas tecnologías
Alkanatur tiene también un nuevo filtro de zeolita 100% natural, que absorbe una mayor cantidad de metales pesados y tóxicos respetando los minerales naturales del agua. Además, también aporta magnesio, lo que le da al agua un poder antioxidante mayor.
A no ser que vivas en una zona con aguas muy duras (como algunas zonas del Levante), donde es mejor un filtro de baja emisión de magnesio, te recomiendo cualquiera de los otros dos.
Otra opción de la que seguro escucharás hablar cada vez más es la hidrogenación del agua. Consiste en añadir hidrógeno para mejorar su capacidad antioxidante y antiinflamatoria. Las máquinas son caras pero si ya tienes una me encantará que me lo dejes en los comentarios de este post.
En resumen: el agua del grifo filtrada es, a día de hoy, la opción más segura, práctica y respetuosa con tu salud hormonal. Eso sí, recuerda que no todos los filtros son iguales y que conservar los minerales es tan importante como eliminar los tóxicos.
¿Qué agua es mejor para beber a diario? Consejos prácticos
Después de revisar las distintas opciones, quizás estés pensando: “Vale, Marta, pero ¿qué hago yo en mi día a día?”. Y aquí es donde quiero darte unas pautas sencillas para que no se quede todo en teoría.
Lo primero es entender que no todas las aguas son iguales. No es lo mismo comprar de vez en cuando una botella en el aeropuerto que beber todos los días agua envasada en plástico. Tampoco es igual vivir en una zona con aguas limpias y minerales que en otra con problemas de nitratos o tuberías antiguas.
Por eso, mi recomendación es que tomes decisiones prácticas, paso a paso:
1. Conoce el agua que llega a tu casa
Infórmate sobre la calidad del agua de tu zona. Puedes pedir los informes al ayuntamiento o, si quieres ser más precisa, llevar una muestra a un laboratorio para analizar tanto los minerales (calcio, magnesio, sodio) como los tóxicos (trihalometanos, metales pesados, bisfenol A).
2. Filtra siempre que lo necesites
Si vives en zonas con aguas más duras, contaminadas o con sabor desagradable, lo más sencillo y efectivo es filtrar. Y recuerda: no todos los filtros son iguales. Elige uno que se adapte a tu situación y asegúrate de que conserve los minerales esenciales.
3. Remineraliza cuando uses ósmosis
Si optas por sistemas muy potentes como la ósmosis inversa, recuerda que ese agua necesita ser remineralizada. Añadir un poco de agua de mar (código descuento: FOODGREENMOOD10) o polvos alcalinos es suficiente para que no pierdas minerales importantes.
4. Evita el plástico en la medida de lo posible
Si tienes que llevar agua fuera de casa, utiliza botellas de vidrio o acero inoxidable. Así no solo proteges tu salud, sino también al planeta.
5. Prioriza la constancia
No se trata de obsesionarse ni de complicarse. Se trata de elegir mejor, cada día, lo que bebes. Porque son esos 8 vasos diarios los que, a lo largo del tiempo, marcan la diferencia en tu salud hormonal.
Conclusión
Más allá de lo que comemos, el agua que bebemos cada día juega un papel crucial en nuestra salud. Nuestro sistema hormonal es muy sensible a los tóxicos y disruptores endocrinos presentes en el agua —como los microplásticos o el bisfenol A—, y cada vaso cuenta.
Sé que cambiar hábitos da pereza, lo entiendo. Pero piensa en esto: cada vaso de agua embotellada que bebes está añadiendo microplásticos a tu sangre. Si tienes endometriosis, SOP, miomas, o simplemente quieres llegar a los 50 con tus hormonas en equilibrio, revisar el agua que consumes puede marcar una gran diferencia.
Quiero que te quedes con tres ideas prácticas:
- Conoce tu agua: investiga la calidad del agua de tu zona y asegúrate de que sea adecuada. Si es necesario, usa un filtro.
- Remineraliza el agua filtrada: especialmente si utilizas ósmosis inversa u otros sistemas muy potentes.
- Elige bien tus botellas: prioriza vidrio o acero inoxidable en lugar de plástico.
Ya sé que este tema es complejo, pero con información clara y pequeñas acciones puedes mejorar muchísimo la calidad del agua que bebes. Y al hacerlo, no solo estarás cuidando de tu salud hormonal, sino también de tu energía, tus tejidos y tu bienestar general.
A partir de los 35 años, esto no es negociable: tu cuerpo necesita agua de calidad cada día.
Preguntas frecuentes sobre el agua y la salud hormonal
¿Qué agua es la más sana para beber?
El agua del grifo filtrada es la opción más sana y segura para la salud hormonal. Permite aprovechar lo bueno del agua corriente (accesibilidad, controles de calidad y menor impacto ambiental) y, al mismo tiempo, eliminar tóxicos invisibles como microplásticos, pesticidas o trihalometanos.
¿Cuál es la mejor opción de agua para mi salud?
La mejor opción es beber agua del grifo filtrada con un sistema que mantenga los minerales esenciales. Los minerales como el magnesio, calcio o sodio son fundamentales para que el cuerpo funcione bien, y evitarlos con aguas de mineralización débil puede afectar al equilibrio hormonal.
¿Qué es más sano, agua del grifo o agua embotellada?
Aunque el agua del grifo no es perfecta, es más saludable que el agua embotellada. El agua envasada puede contener hasta 370.000 microplásticos por litro, y estos compuestos actúan como disruptores endocrinos que alteran el equilibrio hormonal. Además, su impacto medioambiental es 3.500 veces mayor.
¿Qué pasa si tomo todos los días agua embotellada?
Consumir agua embotellada a diario significa introducir en tu cuerpo micro y nanoplásticos constantemente. Estos compuestos pueden comportarse como falsos estrógenos, afectando al ciclo menstrual y favoreciendo desequilibrios como miomas, SOP, endometriosis, reglas abundantes o acné hormonal. Además, la exposición al plástico aumenta en verano o cuando las botellas están al sol.

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